miércoles, 28 de marzo de 2012

Recomendaciones generales para una alimentación Saludable en personas Mayores

Según varios investigadores, para llevar una dieta saludable conviene que las personas mayores cuenten con las siguientes informaciones:
Una buena alimentación empieza por una correcta  elección de los alimentos en el mercado. Es importante cuidar su manipulación y conservación. Evitar guardar la comida mucho tiempo sin consumirla.
Aunque hoy en día los controles alimentarios y los avances tecnológicos garanticen la calidad de los alimentos congelados, precocinados o enlatados, es recomendable tomar a diario frutas y verduras frescas.
Se recomienda no recalentar repetidas veces platos ya preparados, ya que puede perderse una cantidad apreciable de algunas vitaminas y alterarse la calidad de los mismos.
Es importante disfrutar con la comida. Los menús deben ser sencillos y fáciles de preparar, pero cuidando la presentación de los platos y haciendo de la comida uno de los momentos más agradables.
Es necesario procurar evitar la soledad, tratar de comer en compañía.
Repartir los alimentos en 4-6 comidas diarias, evitando suprimir el desayuno. Si existe pérdida de apetito, se recomienda repartir más las comidas comiendo pequeñas cantidades. Si existen dificultades para cocinar a diario, puede prepararse comida para varios días y congelarla (anotar la fecha de congelación en los envases). Se recomienda descongelar en frigorífico y de forma lenta, mejor que en el microondas.
Consumir una dieta variada. Evitar la monotonía y las dietas muy restrictivas, que limitarán el consumo de algunos alimentos.
Es necesario moderarse para mantener un peso estable y dentro de los límites aconsejados, equilibrando la ingesta de energía con el gasto calórico mediante la realización diaria de ejercicio físico. Evitar tanto el bajo peso como la obesidad. La pérdida involuntaria de peso debe constituir una señal de alarma, que podría estar indicando alguna enfermedad.
Debe cuidarse el aporte de calcio. No conviene suprimir los lácteos de la dieta, pues son las principales fuentes de calcio; existe la alternativa de los desnatados para aquellas personas que deban cuidar la ingesta de grasa. Si se presenta intolerancia a la lactosa (molestias tras la ingestión de leche), se recomienda el consumo de yogur y leches fermentadas.
Se recomienda moderar el consumo  de sal y de alimentos salados si existen factores de riesgo cardiovascular. No abusar de la sal al prepararla comida y probarla en la mesa, antes de usar el salero. Puede recurrirse al uso de especias para sazonar.
Debe procurarse la ingesta de líquidos (agua, leche, zumos, etc.) para evitar la deshidratación. Una ayuda para beber lo suficiente es colocar en un sitio visible la cantidad de agua a tomar diariamente.
Es necesario moderar el consumo de bebidas alcohólicas. Aunque algunos estudios relacionan la ingesta de cantidades moderadas de alcohol con beneficios cardiovasculares, es preciso ser muy cautos con esta recomendación, ya que al marcar normas generales dirigidas a toda la población es muy difícil separar la frontera entre los efectos beneficiosos del «buen beber» y los indeseables del «mal beber», que son muchos. El alcohol puede deprimir el apetito, desplazar a otros alimentos de la dieta e interaccionar con varios nutrientes (vitaminas B1, B2 ,B6, E, etc.) o con fármacos. Es crucial, pues, seguir las recomendaciones del médico.
Cuidar la dentadura y la higiene bucal para poder masticar bien y no tener que suprimir ningún alimento de la dieta. Cuanto mayor sea la degradación de la dentadura y, por tanto, la restricción de alimentos, mayor será el riesgo de desequilibrios o deficiencias nutricionales. Evitar el tabaco, ya que, además de aumentar el riesgo cardiovascular, de cáncer y de enfermedades respiratorias, entre otras, también disminuye el apetito.
Incluso llevando una dieta equilibrada y realizando una actividad física moderada, su médico tal vez considere recomendable que tome algún suplemento nutricional (a base de vitaminas y/o minerales) para suplir posibles carencias derivadas de vicisitudes del envejecimiento. (Obra Social La Caixa)

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