MANIFIESTO DE LAS DIPUTACIONES ANDALUZAS
EN EL DÍA INTERNACIONAL PARA LA ELIMINACIÓN
DE LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
25 de noviembre de 2022
La igualdad nos hace más fuertes contra la violencia de género
Una sola víctima de violencia de género bastaría para interpelarnos sobre la
naturaleza y los efectos de un crimen que convierte a las mujeres en diana del odio
más atroz.
Un solo asesinato machista debería ser suficiente para romper el silencio
y la indiferencia que aún permanecen enquistados en sectores de nuestra sociedad,
ajenos a los cambios debidos en parte a las luchas y demandas feministas acordes a
los derechos de las mujeres y a las transformaciones que el mundo actual
experimenta de modo a veces vertiginoso.
Casi dos décadas de cómputo oficial de víctimas de la violencia de género
dejan un rastro de terror que nos estremece: durante este tiempo 1.162 mujeres
han muerto, las han matado, a manos de quienes eran sus maridos y parejas o lo
fueron. En lo que va de año, la cifra de asesinatos alcanza las 33 mujeres y 19
feminicidios.
Hoy, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres,
las diputaciones andaluzas volvemos a alzar una sola voz frente a una tragedia cuya
responsabilidad concierne a la sociedad entera. Es nuestro deber recordar que la
violencia de género es la violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo.
Según el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, supone la manifestación
más extrema de desigualdad y discriminación de las mujeres; su origen y causa
estructurales colocan a estas en una situación de clara subordinación y dependencia
respecto a los hombres.
A esto hay que añadir la gravedad que representa la
violencia vicaria, ejercida sobre las mujeres con el propósito de causarles un daño y
un dolor infinitos a través de sus hijas e hijos. Desde que se empezaron a
contabilizar las víctimas de la violencia vicaria en el año 2013 las víctimas ascienden
a 47 y 1 en lo que va de año.Se hace necesario subrayar que la violencia contra las
mujeres es un problema público y estructural, por lo que el compromiso de los
hombres en la prevención y erradicación de la misma es también fundamental.
Las diputaciones andaluzas creemos indispensable que mujeres y hombres
conecten con la igualdad y que lo hagan juntos. Conectar con la igualdad es el
primer paso para ahuyentar la resignación y desterrar el miedo, haciendo visibles
los efectos de una violencia que no reconoce fronteras ni culturales, ni sociales, ni
económicas; negar o no llamar a las cosas por su nombre contribuye a trivializar,
cuando no a banalizar, a las mujeres víctimas de la violencia de género, lo que
supone la peor de las injusticias.
En la actualidad asistimos a una escalada de crispación y enfrentamiento en la
que proliferan discursos de odio que exaltan el machismo y el sexismo desde la base
de terribles prejuicios. Estos discursos, totalmente perversos, refuerzan a quienes
maltratan y generan mayor vulnerabilidad en las mujeres.
Los episodios de
ciberacoso y ciberamenazas experimentan una virulencia cada vez más creciente
por parte de las llamadas ciberturbas que, amparándose en el anonimato de las
redes sociales, atacan y denigran a las mujeres.
La educación es clave para conseguir la igualdad real y prevenir la violencia de
género cuando esta enseña valores de respeto y reconocimiento entre mujeres y
hombres. Valores que planteen una alternativa de vida al patriarcado y al machismo
que tanto dañan y matan. Vivimos en un momento histórico en el que hay que
repensar el concepto de masculinidad y cambiar el modo de relacionarnos.
Alertar
sobre la perpetuación de los patrones machistas entre los jóvenes debe ser otra de
nuestras prioridades, destacando la nefasta sobrevaloración de la pornografía como
modelo de relación y la escasa presencia de la educación afectivo-sexual en las
distintas etapas educativas.
Las diputaciones de Andalucía comparten una larga y sólida trayectoria en la
lucha por la igualdad y por la erradicación de la violencia de género. Nuestro deber
es ahora mejorar, extender el alcance de nuestros servicios públicos y seguir
trabajando contra otras formas de violencia que sufren las mujeres por el hecho de
serlo, entre ellas las relacionadas con la explotación sexual, la violencia digital, la
violencia de segundo orden, la violencia obstétrica, la violencia vicaria, la violencia
por sumisión química, la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual o
la mutilación genital femenina, sin olvidar el incremento del miedo que sufren
mujeres y niñas a disfrutar de los espacios públicos por las agresiones sexuales.
La violencia contra las mujeres continúa siendo uno de los desafíos más
urgentes de la sociedad en materia de derechos humanos y valores democráticos y
no sólo por la magnitud de sus cifras. Es necesario redoblar la protección, el apoyo y
la ayuda total a las víctimas. Su erradicación debe ser uno de nuestros grandes retos
como sociedad.
Avanzar en la búsqueda de soluciones globales y el compromiso y la
obligación de todos los poderes públicos para promover las condiciones necesarias
a fin de que la libertad y la igualdad de las mujeres se hagan efectivas y reales; para
ello resulta imprescindible una adecuada prevención, atención, protección y
dotación de medios para lograr su recuperación y reparación integral.
Todo ello requiere por nuestra parte de mayores esfuerzos institucionales y
presupuestarios que tengan en cuenta la especial vulnerabilidad de las mujeres del
ámbito rural que habitan en nuestras provincias. Lo mismo ocurre con las mujeres
con discapacidad, que sufren porcentualmente una mayor violencia por parte de
sus parejas.
Abordar las causas estructurales de la desigualdad en todos los niveles
continúa siendo nuestro principal objetivo, así como aplicar políticas de conciliación,
señalar la desigual distribución del trabajo doméstico y de las responsabilidades de
cuidado, defender el derecho al trabajo en igualdad de oportunidades y poner freno
al uso del lenguaje sexista, la publicidad y el uso codificado del cuerpo de la mujer
son prioridades de nuestra agenda de igualdad.
No existen barreras ideológicas,
religiosas o políticas que impidan o frenen la lucha común contra la violencia
machista. Su erradicación nos debe importar tanto a unos como a otras. Reiteramos
que los destinatarios de las políticas de igualdad y la eliminación de todo tipo de
violencia de género no solo son las mujeres, sino también los hombres.
Conectar con la igualdad es un deber y un ejercicio democrático que nos hace
ensanchar derechos y libertades básicas sobre la base del respeto a los derechos
humanos y a la dignidad.
Hoy, 25 de noviembre, las diputaciones andaluzas
hacemos un llamamiento a todas las mujeres y a todos los hombres de nuestra
Comunidad a sentir y defender la igualdad en primera persona, conscientes de que
la igualdad nos hace más fuertes contra la violencia de género
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