Asociación de Mayores El Tamujar, Silillos
Taller de Reminiscencia:
Recuperación del lavadero de Silillos
Introducción:
La escuela, la iglesia, la fuente y los lavaderos, se solía
decir que eran lugares imprescindibles para conformar en los años 50 los pueblos. Con el paso del tiempo se han
conservado las iglesias y algunas fuentes pero ¿qué paso con los lavaderos de
los pueblos?, éstos han ido perdiéndose a lo largo de los años, también ha
ocurrido en muchos de los pueblos de la Colonia de Fuente Palmera. Hoy, gracias
a las Aportaciones de la Alcaldesa Francisca Vidal, a la Asociación de Mujeres
El Almendro y al trabajo realizado por el taller de reminiscencia que está
desarrollando la asociación de Mayores
El Tamujar en coordinación con el educador social Jesús Alinquer, presentamos
el siguiente dossier con la información suficiente sobre el lavadero de
Silillos.
El objetivo principal es la recuperación del mencionado
lavadero.
Tras conocer que
Ayuntamiento y Diputación han hecho resurgir algunos de estos elementos de
“arquitectura popular” para embellecer muchos rincones y recordar formas de
vida aunque no tan lejana, ya casi olvidada, los firmantes de este documento
quieren solicitar la recuperación del lavadero de Silillos.
Para ello se adjunta la documentación recogida en los talleres de reminiscencia de la asociación de Mayores El Tamujar, aportada por personas mayores del pueblo de Silillos. Narraciones sobre todo de las mujeres de Silillos que a día de hoy recuerdan perfectamente el enclave del lavadero y su distribución. Además se aportan fotografías y algunos relatos recogidos del libro “Silillos, nuestro pueblo y nuestra gente en el siglo XX”.
¿Cuándo surgieron los lavaderos?
Cuando aún no existía el agua corriente en las casas los
lavaderos servían para facilitar a las mujeres el lavado de la ropa
aprovechando el discurrir del agua de fuentes y arroyos. Unas pilas de piedra o
de cemento eran suficientes para reunir
a las mujeres en una labor que les servía, además, como encuentro y
distracción. No en vano pasaban horas dedicadas a estas faenas. Cuando uno
pasea por estos pilones, piensa inevitablemente en las confidencias,
conversaciones y noticias de las que serán testigo las piedras, casi siempre
desgastadas, de sus paredes. Así ha quedado reflejado en varios relatos de
nuestro taller de reminiscencia y en el libro Silillos Nuestro Pueblo y Nuestra
Gente en el Siglo XX, demostrando la importancia que tenían en los pueblos
estos espacios.
Pero, tertulias aparte, lavar la ropa a mano era una tarea dura
que implicaba pasar frío en invierno y calor en verano. En invierno, el agua
casi helada congelaba unas manos que a menudo sufrían de sabañones. En verano,
las mujeres cargaban con cestos o barreños llenos de ropa a pleno sol,
normalmente por las cuestas de la calle La Fuente y la Calle Fuente palmera,
pues el lavadero está situado en la zona baja de Silillos.
Era bastante común utilizar un jabón casero a base de sosa
bastante agresivo para la piel y el proceso de lavado duraba horas, pues se
realizaba en distintas fases de mojado de la ropa, aclarado y secado. Era muy
importante mantener el orden para no impregnar el agua de las pilas de aclarado
con jabón y suciedad.
El proceso de ir a lavar al lavadero de Silillos
Antes de que se construyera el lavadero, iban a lavar al arroyo o también algunos pozos que disponían las casas del pueblo, en algunas de estas casas se compartían los pozos (pozos medianeros). También había muchos manantiales por el campo cercanos a Silillos que servían en ocasiones para lavar la ropa como la “Fuentecilla” o el que se encontraba en el cerro de Ramón. Años después, se hicieron unos pilones lavadero junto al pozo que está situado en el margen del arroyo al final de la calle La Fuente y dos pilas de piedra al otro lado del Pozo, también se construyó, de ladrillo y cemento, un pilón para dar de beber al ganado. Este lavadero se utilizó hasta que metieron el agua en las casas y pudimos comprar lavadoras.
“Para lavar por el método antiguo se empleaban muchas horas y aunque pasábamos frio en invierno y calor en verano compensaba los buenos ratos de charla, contando chismes, dimes y diretes o canturreando coplas con nuestras vecinas”, nos cuentas las vecinas de Silillos.
El proceso de lavado comenzaba con mojar la ropa, que consistía en dar jabón y restregar las prendas. Una vez restregada y quitada la primera suciedad, se aclaraba un poco y se volvía a dar jabón y restregar por segunda vez la ropa bien escurrida. Generalmente se colocaba una piedra lisa al lado del lavadero y se iban colocando las piezas ya restregadas una encima de la otra, haciendo un montón. Cuando se había acabado de mojar toda la ropa, se volvía a dar la segunda jabonada y se iban poniendo en cubo. Para quitar el jabón, consistía este trabajo, en volver a restregar y aclarar bien la ropa. En ocasiones el agua se mezclaba con ceniza, que hacía la función de lejía o desinfectante y se dejaba un buen rato en reposo. A las prendas blancas también se les metía una vez aclarada en un cubo con agua y azulina para que quedase más blanca.
Acabado el aclarado se tendía la ropa en las junqueras y
arbustos que se criaban al lado del arroyo y se dejaban secar para luego
recoger.
Desde la Asociación de mayores El Tamujar, la asociación de
Mujeres El Almendro y la alcaldesa de Silillos en colaboración con Jesús Alinquer Romero (educador social), queremos recuperar nuestra historia, se trata
tanto de recuperar los elementos que conformaban el lavadero como documentar
esos años que fueron el pasado de nuestro pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario