MANIFIESTO
25N DIPUTACIONES ANDALUZAS 2020
En 2020 se
cumple el 25º aniversario de la aprobación de la Declaración y Plataforma de
Acción de
Pekín. Un cuarto de siglo después, nadie duda sobre el hito mundial que supuso
abordar los derechos de las mujeres como derechos humanos y establecer, con el compromiso
internacional, la ruta para eliminar las barreras sistémicas que impiden alcanzar
la igualdad de género.
Desde
entonces, hemos conseguido avances significativos. Haber puesto fin al silencio
respecto a la violencia machista, que antes se consideraba un asunto doméstico
y privado, es uno de esos logros. También, la fuerza del activismo feminista y
de las alianzas de las mujeres ha sido esencial para adoptar soluciones comunes
que reduzcan las desigualdades.
Según ONU
Mujeres (2020), hay más niñas en la escuela que nunca (aunque 32 millones de
ellas aún no reciben educación primaria); menos mujeres mueren durante el
parto; la participación política en los Parlamentos se ha duplicado en todo el
mundo (aunque sigue siendo solo del 25%); y, durante la última década, 131
países han aprobado leyes en favor de la igualdad de las mujeres.
Pero a pesar
de los progresos, el cambio real está siendo muy lento, y ningún Estado del mundo
ha conseguido la igualdad efectiva, ya que la violencia contra las mujeres y
niñas sigue siendo generalizada y registra bajos niveles de denuncia.
En España,
los resultados de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2019 constatan
que la mitad de la población femenina mayor de 16 años ha sufrido violencia machista
en algún momento de su vida. Así, 1 de cada 2 mujeres ha padecido violencia por
ser mujer en nuestro país. Ello supone que más de 11 millones y medio de
mujeres han sufrido violencia de género en alguna de sus formas ya sea física,
sexual, económica o psicológica, así como acoso sexual, dentro del ámbito de la
pareja o expareja, o fuera de él, y que hay otros tantos hombres que la han
ejercido. Además, según este estudio, de ese porcentaje, solo en torno al 28%
se ha denunciado, con lo cual la inmensa mayoría de la violencia permanece
impune.
Este año,
son ya 38, a fecha de hoy, las mujeres asesinadas por su pareja o expareja, y 3
los casos de menores víctimas mortales. Desde 2003, las cifras globales
ascienden a 1068 mujeres y 37 menores asesinados a causa de la violencia
machista.
A estos
datos, se suman los nocivos efectos de la pandemia de la Covid-19. Durante el estado
de alarma se duplicaron las llamadas al 016, y las peticiones de ayuda a través
de correo electrónico se dispararon en un 269%. El impacto de esta crisis
amenaza con aumentar los índices de violencia hacia mujeres y niñas, y revertir
muchos de los avances que tantos esfuerzos y vidas han costado, ampliando las
brechas preexistentes en todos los ámbitos, y haciendo peligrar derechos y
libertades que habíamos considerado irreversibles. Los informes de distintas
entidades advierten de la necesidad de afrontar esta pandemia con perspectiva
de género para frenar también sus devastadores efectos económicos y sociales,
ya que estos no son neutrales, y afectan en mayor medida a las mujeres más
vulnerables.
En un
contexto de cambios sin precedentes, en el que también se ha puesto de
manifiesto el trabajo vital desarrollado por las mujeres estando en primera
línea de respuesta a la enfermedad, la educación en igualdad sigue siendo
clave, y la prevención debe ocupar un lugar central para generar condiciones
que impidan que la violencia machista persista.
Según un
reciente informe de Save The Children, 7 de cada 10 adolescentes consume pornografía
de forma frecuente, y conforme a datos del INE, los menores condenados por delitos
sexuales han aumentado un 28% el último año. Además, nuestro país es el primer consumidor
de prostitución de Europa y tercero del mundo, y existe una clara percepción respecto
al aumento de puteros jóvenes.
En este
contexto, la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual es una
forma más de violencia que vulnera los Derechos Humanos. El último informe de
la Fiscalía señala que el 98,27% de las víctimas explotadas sexualmente son
mujeres. Por tanto, la persecución del proxenetismo es una necesidad para
salvaguardar los derechos de las mujeres y para impedir formas encubiertas de
explotación criminal.
Por otra
parte, sabemos que determinados referentes culturales (series televisivas,
letras musicales, películas...) siguen perpetuando los roles de género,
manteniendo a las mujeres en un papel subordinado, y representando la violencia
como un rasgo de la identidad masculina. No podemos permitirnos seguir
construyendo una sociedad basada en estos estereotipos que justifican y
sustentan la violencia machista. La ruptura de la normalidad debe servirnos
para reflexionar, y asumir la responsabilidad que tenemos en el mantenimiento
de la discriminación de las mujeres.
En este
punto, el papel de los hombres es fundamental. Los varones deben también implicarse
en este cambio desde lo personal y lo político, si queremos poner fin a la violencia
de género. Es hora de participar activamente en esta transformación, de ser parte
de la solución, juntos, mujeres y hombres. Nuestras vidas dependen de ello.
Por todo lo
anterior, las Diputaciones andaluzas, en conmemoración del Día Internacional contra
la Violencia hacia las mujeres, manifestamos nuestro reconocimiento al trabajo
de quienes en el contexto de crisis de la Covid-19 han seguido prestando
servicios esenciales frente a las violencias machistas en nuestros pueblos y
ciudades, y nos comprometemos a:
- Continuar
aunando esfuerzos e instando a otras administraciones, sociedad civil, sector privado,
medios de comunicación... a afrontar conjuntamente las distintas formas de violencia
contra las mujeres y las niñas con acciones transformadoras.
- Adaptar
nuestros procedimientos y programas a las actuales circunstancias para no dejar
a ninguna mujer atrás, sobre todo, a las más vulnerables afectadas por
múltiples discriminaciones y violencias, destinando los recursos económicos y
humanos necesarios para ello.
- Incorporar
el enfoque de género en todos nuestros planes, especialmente, en los económicos
y de promoción del empleo, teniendo en cuenta la menor y más precaria presencia
de las mujeres en el ámbito laboral.
- Impulsar
la conciliación y la corresponsabilidad para favorecer la permanencia de las mujeres
en el mercado de trabajo, y su autonomía económica.
- Mantener y
priorizar el funcionamiento adecuado de todos los servicios de prevención y atención
a mujeres que padecen violencia machista, considerándolos servicios esenciales.
- Continuar
desarrollando medidas de prevención de la violencia hacia las mujeres a través
de acciones formativas y de sensibilización, especialmente para jóvenes.
Apoyar el
desarrollo del Pacto de Estado contra la violencia de género, impulsado por el gobierno
de España, como administraciones locales más cercanas a la ciudadanía.
- Promover
una sanción punitiva para los proxenetas que, con sus prácticas, ejercitan impunemente
actos de violencia y subordinación contra las mujeres más vulnerables.
- Demostrar
la voluntad política de acelerar la igualdad de género impidiendo la ruptura de
los consensos básicos acordados por la comunidad internacional hace 25 años en
Pekín.
Los tiempos
cambian. Pero hay hombres machistas que no cambian y repiten conductas violentas
contra las mujeres una y otra vez, y otra vez, y otra.
Los tiempos
cambian... ¿Y tú? Nuestras vidas dependen de ello.